sábado, 23 de abril de 2011

Araguasu Semana Santa Yaguarónpe



El Vía Crucis
El Vía Crucis de Yaguarón tiene como punto de partida a la Iglesia San Buenaventura, un patrimonio de la ciudad y del país.
En la celebración del Via Crucis de Yaguarón, como toda vuelta al ayer, se combinan los elementos tradicionales con los contemporáneos. Esta fusión se realiza para conservar la tradición y al mismo tiempo atraer la participación de los jóvenes y adultos, en un intento de rescate cultural y religioso. En el 2011 se celebra el 22 de abril.
El Vía Crucis es el recuento de lo ocurrido desde que Jesús es condenado a muerte, hasta que es puesto en el sepulcro. Cada uno de estos puntos, se divide en 14 “Estaciones”. El Vía Crucis es rezado en guaraní.
Para cada estación, Yaguarón, tiene garitas que fueron ideadas por unos padres italianos de la congregación de los Redentoristas, que entre los años 1960 y 1961, misionaron en Yaguarón.
Las estaciones van desde una de las esquinas de la Iglesia, hasta el Cerro. Sin embargo, el recorrido del Vía Crucis se realizará hasta el pie del Cerro, donde los jóvenes yaguaroninos representarán cuadros vivientes con los distintos momentos de la Pasión.
Los estacioneros
Eran las personas que describían cantando la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Se caracterizaban por los cánticos, que tenían un tono lastimero, el cual calaba hondo en la feligresía ya que sus letras, describen de forma desgarradora los momentos vividos por Jesús.
Los idiomas utilizados eran el castellano arcaico y el guaraní.
La indumentaria que utilizaban estaba compuesta por camisa blanca, capa morada o lila que recuerda el dolor de Cristo y pantalones e iban descalzos. Este último detalle es lo que diferencia a los actuales estacioneros, quienes llevan calzados puestos.
Es interesante destacar que los cantos fueron rescatados por los integrantes de la Comisión de Cultura “Tierra Viva”.
Posteriormente a las vivencias en el Cerro, la procesión regresa al patio de la Iglesia San Buenaventura, donde tiene lugar la ceremonia religiosa principal, la que es celebrada y vivida con gran devoción.
Otro de los aspectos emotivos de la celebración es la participación de los “últimos pasionarios de Yaguarón”: el matrimonio Garay dos ancianos que conservan la tradición de entonar cánticos en las fiestas religiosas de Yaguarón”.
Los yaguaroninos desarrollarán a partir de esta Semana Santa la tarea de rescate de esta tradición.

El Cerro y el Oratorio Gamarra
El Cerro constituye otro de los íconos a nivel local, no se conoce con exactitud cuando comenzó la tradición de escalarlo, pero los antiguos habitantes afirman que probablemente la misma inició después de la guerra del 70.
Eso explicaría por qué en el Oratorio del Cerro, están expuestas tres cruces: una grande y dos chicas que pertenecieron a la Iglesia de San Roque, demolida por el estado calamitoso en que se encontraba.
Este oratorio, fue construido mientras era jefe político de la comunidad, Buenaventura Gamarra, entre finales del siglo XIX y principios del XX.
Una cruz de cemento, es el centinela del Cerro, la que fue construida junto con la famosa “escalerita”, en la década del 70.
“Desde que se pone un pie en la sima (parte baja del cerro), un aura de misterio nos rodea, ya que corren muchas leyendas, que los yaguaroninos escuchamos desde la cuna:
Es el tapón de un mar gigantesco.
Está conectado con la Iglesia, a través de un túnel, cuya entrada se halla debajo del altar mayor del templo.
Es la cuna de los 7 mitos.
Mientras el Cerro esté cubierto de vegetación, la ciudad no tendrá demasiados problemas naturales, ya que nos protege del viento del oeste, de donde provienen las tormentas más peligrosas.
Quien ponga su pie en la huella de Santo Tomás, se desposará con alguien de la comarca y ya no se va nunca más. Hasta el momento, no se ha tenido conocimiento de que alguna pisada haya coincidido con la de la huella, siempre resulta más pequeña o más grande.
La Cruz del Cerro, es protectora de la ciudad. Mientras ella permanezca, Yaguarón está protegida.
En los días que preceden a las grandes tormentas, se escucha un llanto quejumbroso: es el llanto de Keraná buscando a sus hijos. La gente de antaño siempre relataba esto.

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